20/4/13

El jurado Vs. Beyer, ¿drama o comedia?


En el cuento “Tema del Traidor y del Héroe” (1944), el escritor argentino Jorge Luis Borges relata  la historia de Fergus Kilpatrick, héroe independentista irlandés asesinado en 1824 en un teatro, en la víspera de la rebelión victoriosa que había premeditado y soñado. Su muerte presenta asombrosas similitudes con la de Julio César ocurrida 19 siglos antes, pero también con la obra de Shakespeare sobre el mismo tema. “Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible”, comenta Borges.

Las escenas que se repiten en el tiempo -como si de guiones clásicos se tratara-  son frecuentes tanto en la historia con mayúsculas como en  aquellos episodios que apenas valen la tinta que los consigna. La acusación constitucional contra el ministro de Educación Harald Beyer parece ser una de estas últimas.
El capítulo final de este drama en varios actos se vivió este miércoles, cuando el Senado votó la acusación contra el ministro.  En el hemiciclo se vieron los distintos personajes de la tragedia. Los defensores, los acusadores y el acusado, un ministro  impetuoso, fuerte en lo técnico pero débil en el manejo político.

El acusado se defiende y rechaza la posibilidad de renunciar que se le ofrece, pero como es obvio en toda tragedia clásica, los acusadores ganan por estrecho margen. Ello con las actuaciones destacadas del senador consciente (que se opone a su propio bando), el misterioso (que sólo revela sus cartas al final después de analizar los pros y los contras) y también el histriónico (que con un monólogo algo sobreactuado, explica por qué terminó bajando el pulgar).

Es digno de destacar  la solemnidad de quienes participan en la trama, como si de verdad el final hubiese estado abierto, y como si el fondo de la acusación hubiera sido el factor determinante en el voto tanto de los acusadores como de los defensores. Pero lo cierto es que la historia ya estaba escrita, y había sido interpretada en 2006 por casi los mismos actores (pero con roles invertidos) con motivo de la acusación constitucional contra la ministra de Educación de la administración Bachelet, Yasna Provoste. Los que defendían ahora, acusaban entonces, y viceversa. Y es que como reconoció el propio Beyer, lo que era injusto para él, también lo fue en el pasado para la ex ministra.

En el cuento de Borges, la trama no es tan distinta. Kilpatrick no ha sido asesinado, sino que se ha prestado para cumplir una sentencia secreta y al mismo tiempo seguir siendo un héroe para su pueblo. Pero el tiempo es escaso, y los conspiradores se ven obligados a plagiar el guión del “Julio César” de Shakespeare. Así, todos los actores se prestan para un final apoteósico e inolvidable, con la venia del propio caudillo sentenciado.

Pero el final del  drama de Beyer tiene un cariz distinto, abierto, peligroso y carente de toda épica. Aquí los Capuleto y los Montesco no se reconcilian, sino que, como dijo Carlos Larraín, quedan en pie de guerra en un año electoral, en un clima que promete un triste empate y un gran derrotado: el país. Pero la segunda parte ya no será un drama, sino una comedia negra, llena de bofetadas y puntapiés, en que las familias se trenzarán en una lucha estéril pero hilarante, ante un público cada vez más desencantado.

Por FBP / Publicado en www.diarioconcepcion.cl el 19/04/13.