25/11/14


Del Big Mac a los 5K: el épico desafío de tres sedentarios 

Cada año el running suma más adeptos en la zona, y con ello nuevas carreras se agregan a la agenda deportiva local. La corrida “25 años UDD” realizada este domingo 23 de noviembre en Concepción, fue una buena prueba de que el running es, más que una moda, un estilo de vida que llegó para quedarse. Más de 5 mil ciudadanos desafiaron la lluvia y el viento para participar en esta corrida, que congregó a avezados deportistas, pero también a espíritus inquietos, tal vez no tan preparados en lo deportivo, pero con muchas ganas de probarse a sí mismos.Es el caso de tres periodistas de Diario Concepción, que, sin ninguna formación deportiva, asumieron el desafío de competir sólo para enrostrarle al mundo que podían. Estos fueron los resultados.

Héroe de la chatarra
Daniel Kuschel, 32 años, es un confeso consumidor de comida chatarra, un rubro que conoce bien, pues siendo estudiante trabajó en un local por el que guarda respeto reverencial. Reconoce que tiene una especie de trauma con las ensaladas que arrastra desde su niñez. Así, fue construyendo en su entorno laboral su imagen de referente obligado del sedentarismo.

Sin embargo, algo cambió   en su vida hace 45 días, cuando se enteró de la corrida de la UDD y no dudó en inscribirse en los 5K. Aquí su testimonio:

“Hacía tiempo que el bichito de correr estaba rondando por mi cabeza. Varios amigos  cercanos habían empezado a practicar  running, y sentí que si ellos podían, yo también. Así que, cuando supe de la corrida UDD, no lo pensé dos veces y me inscribí,  sin saber en qué me estaba metiendo”.

“Le comenté mi decisión a mi compañero de sección, Paulo Inostroza, corredor histórico del Diario, para que me diera algunos consejos técnicos. Se entusiasmó tanto que se autodesignó mi entrenador, comentario que llegó a oídos de un par de compañeros de trabajo: Ángel Rogel de Política y Joaquín Urrutia de Economía. Entre broma y broma, pactamos una apuesta:  el perdedor invitaría a comer hamburguesas a los ganadores al Rich. El desafío se volvía serio”.

Rogel se tiene fe
Pese a ser el “más viejo” de los tres, Ángel Rogel se sentía confiado en poder ganar la apuesta. Más importante aún, se creía capaz de sortear bien el desafío deportivo.
“Nunca había participado en una corrida oficial. Mi señora corre con frecuencia, y yo había tratado de empezar a trotar a principios de año, pero me faltaba regularidad. Esta apuesta y esta corrida fueron una oportunidad para ordenarme y motivarme a entrenar con regularidad. A poco andar, tenía claro que podía superar a mis compañeros, a pesar de que eran mucho más jóvenes que yo”.

Bloqueo competitivo
Joaquín Urrutia, 24 años, era el menos convencido de los tres. “Sentí desde el principio que no tenía nada que hacer. No es que mis rivales me impresionaran por sus condiciones atléticas, pero de verdad siempre he sentido que lo de las competencias deportivas no es lo mío. Tengo una especie de bloqueo mental con ellas. A pesar de eso, comencé a prepararme. Me compré zapatillas y ropa deportiva, y nombré como ‘coach’ a Pablo Veloso, el más  ‘fornido’ de mis colegas”.

El factor “K”
Daniel se tomó tan en serio el desafío, que se acercó a una amiga kinesióloga para que lo pusiera al tanto de los riesgos. “Sabía que podía ser un poco peligroso comenzar  a hacer deportes de manera muy intensa , de un día para otro, con la vida sedentaria y de pésima alimentación que llevaba. De hecho, debo reconocer que si bien mejoré los horarios de las comidas y dejé en cantidades algunas cosas como las bebidas con gas, mi alimentación no ha mejorado mucho. Lo que sí pude concretar fueron casi 30 kilómetros de preparación, incluyendo la participación en algunas corridas previas, que me ayudaron a conocer el ritmo que debía llevar para completar el desafío”.

La hora de la verdad
Angel fue el primero en llegar a la Plaza Bicentenario, unos 40 minutos antes que comenzara la Corrida UDD. Pocos minutos más tarde, llegaron Daniel Kuschel y Paulo Inostroza.  Joaquín, sin embargo, nunca llegó al desafío. Más tarde confesaría: “Fue en mi último entrenamiento cuando me di cuenta que no servía para esto. Era más digno pagar las hamburguesas con hidalgía, que hacer un papelón delante de 5 mil personas, entre ellas, ancianos, niños y señoras maduras. Pero creo que el principal culpable fue mi entrenador, que no supo darme la motivación que necesitaba en los momentos clave. Lo culpo a él”.

Para Ángel, el desafío de participar por primera vez en una carrera masiva, fue una motivación especial. “Ya no me importaba la apuesta, ni ganarle a Kuschel, sólo demostrame que podía hacerlo, dignamente. Correr sin parar, mejorar mis tiempos, y llegar entero a la meta. Ese era mi desafío y lo logré. Me siento contento, y muy motivado para seguir mejorando”.

Daniel sintió emociones similares, y de hecho no le importó darse cuenta, en la mitad del recorrido, que Ángel ya le había sacado una ventaja insuperable. Eso sí, reconoce que el último kilómetro fue duro. “En varias oportunidades pensé en detenerme, pero recordé las palabras de Paulo, mi coach: ‘es mejor bajar el ritmo que parar’. Lo hice. Los últimos metros parecían eternos. Estaba empapado y no me podía los pies, pero llegué a la meta. Al otro lado me esperaban Ángel y otros compañeros, quienes me alentaron. A nadie le importaba la apuesta. Yo creo que todos nos sentimos un poquito héroes, y quedamos con toda la motivación para seguir corriendo”.
Que así sea.