19/12/11

Angel Kreiman: Un rabino camino a Jerusalén


El que fuera durante 20 años líder espiritual de la comunidad judía en Chile, culminará este mes su función de rabino de la Sinagoga de Concepción y partirá a Tierra Santa, dejando atrás una historia personal marcada por el estudio y la fe, la controversia entre sus pares, el horror ante el terrorismo y la tolerancia religiosa.


Por Francisco Bañados Placencia

Por estos días las oficinas de la Sinagoga de Concepción se han llenado de cajas, que en su interior atesoran 2 mil libros, valiosos documentos y 45 años de historia de una de las personalidades más relevantes de la comunidad judía en Chile: el rabino Ángel Kreiman. Sus pertenencias serán instaladas en un barco y dentro de algunas semanas llegarán a su destino definitivo: Jerusalén.

Por supuesto, el rabino partirá también. Y aunque le quedan algunos días en Concepción, buena parte de su cabeza pareciera estar ya en Tierra Santa, cumpliendo con el sueño de todo judío, o como dice él, de cualquier devoto del Judaísmo, el Cristianismo o el Islam. “En Jerusalén el Shabbat se vive todos los días. Parece como si la gente allí no caminara, sino que levitara. No hay otra ciudad con esa mística, que no sólo siente la gente de fe, sino también los turistas superficiales”, comenta, con los ojos brillosos de emoción.

Dentro de poco cumplirá 66 años y se acogerá a la jubilación que ofrece Israel a todos los judíos residentes. “No es mucho, pero es una gran tranquilidad que el Estado se haga cargo de mis gastos médicos, que no son pocos”, explica el rabino, quien padece de diabetes y es insulinodependiente. Una de sus tres hijas vive allá y él buscará un pequeño departamento en el casco histórico, que le permita visitar caminando el Muro de los Lamentos y otros hitos sacros de la ciudad.

Entre dos tierras

Angel Kreiman nació en Buenos Aires en 1945, pero ha vivido y trabajado la mayor parte de su vida en Chile. Pese a que sus padres no eran judíos observantes, desde pequeño quiso ser rabino, por lo que a los 17 años entró al seminario, en paralelo a sus estudios de Derecho. En 1966 se le encomendó viajar los fines de semana a Chile a generar un movimiento juvenil de renovación en la Sinagoga de Santiago.

En 1972 fue nombrado Gran Rabino de Chile, cargo desde el que tocó afrontar lo que la comunidad israelita consideraba un viejo fantasma: la amenaza del marxismo. “Muchos judíos ricos se fueron del país, temiendo que se repitieran las persecuciones del comunismo soviético. Pero la verdad es que el Presidente Allende fue bastante deferente con nosotros. En tiempos en que costaba encontrar otra cosa que no fuera carne de cerdo en Chile, nos permitió faenar vacunos según la tradición kosher para nuestra comunidad”.

En agosto de 1973 participó en un grupo de pacificación entre el gobierno y el parlamento, encabezado por el Cardenal Silva Henríquez, y en el que participaban también los obispos luterano y metodista. “Frei Montalva, entonces Presidente del Senado, insistió que de esto saldríamos sólo ‘a punta de fusil’. Hicimos un oficio por la paz en la Plaza de la Constitución el domingo 9 de septiembre, pero lamentablemente no sirvió de nada”, recuerda.

Tras el Golpe de Estado colaboró con la Vicaría de la Solidaridad y ayudó a sacar del país a 17 judíos de izquierda. Dice que incluso trasladó a algunos en el maletero de su auto. “Fueron tiempos difíciles, pero el General Pinochet fue cauteloso con nosotros, porque no quería ser acusado de antisemita. Hubo judíos poderosos que me acusaron de “rabino rojo”, y hubo otros tantos que me imputaron ser colaboracionista del régimen. Yo tengo mi conciencia tranquila porque siempre obré de acuerdo a mis principios y mi rol”, señala.

En 1990 volvió a Buenos Aires como Gran Rabino de la Congregación Israelita de la República Argentina, y su esposa Susy fue nombrada directora de la Bolsa de Trabajo de la AMIA. En ese lugar sobrevino la tragedia: en julio de 1994 terroristas islámicos hicieron estallar una bomba que costó la vida a 85 personas. “Estuve ocho días en la búsqueda de los pedazos de mi esposa. Me dije: si me enojo con Dios me quedo totalmente solo. Me cuesta mucho entender cómo se manejan aquellos que niegan la existencia de toda espiritualidad. Dios es el sostén de mi vida; la ilusión de reencontrarme con mi Susy y mis seres queridos me permite vivir”, confiesa.

Eclipse espiritual

Tras esa terrible experiencia volvió a Chile para dirigir la Sinagoga de Concepción. Desde esta plaza pudo trabajar más tranquilo en una de sus grandes pasiones, el diálogo interreligioso, en especial con la Iglesia Católica a través del Arzobispado de Concepción y de colaboraciones con el Opus Dei. “Yo comparto plenamente los postulados del Papa Benedicto XVI, a quién tuve oportunidad de conocer en Jerusalén en 1996. Él habla de la urgencia de evaluar la presencia de los contenidos esenciales de la ley moral y natural en la sociedad contemporánea, en la que parecen haberse oscurecido verdades morales naturales, indiscutidas y vigentes desde antiguo”, reflexiona.

A su juicio, el mundo atraviesa hoy una crisis espiritual que se manifiesta en el consumismo, la ignorancia, el materialismo, el secularismo y un cientificismo superficial: “La religión es una respuesta a las preguntas últimas del hombre. En cuanto las dejamos caer en el olvido, la religión entra en crisis. Nuestra tarea primordial es revisar las responsabilidades que tenemos los religiosos en nuestras propias derrotas. El hombre contemporáneo es individualista y sólo escucha una sola voz: la de su propio YO. Nuestro desafío es contribuir a que la sociedad deje de lado esa soberbia y ese vacío y vuelva a dialogar con Dios”.

Artículo publicado en revista DIÁLOGO el 18 de diciembre de 2011.

1 comentario:

  1. Conocí personalmente a Angel Kreiman. Creo que tu artículo le hace justicia a este gran hombre.

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