29/3/13

La diosa Ceres vuelve al centro de la ciudad





La pileta de la Plaza Independencia es uno de los símbolos más importantes de Concepción, el único gran emblema que se conserva del siglo XIX y que representa fielmente el espíritu emprendedor de esta Región.
Ayer, después de casi tres años de reparaciones post terremoto, volvió al centro de la pileta su pieza más importante: Ceres, la diosa romana de la agricultura, que llevaba 150 años siendo muda testigo de Concepción y sus transformaciones.
Fue Pascual Binimelis, ingeniero jefe de obras de la Intendencia, quien a mediados del siglo XIX gestionó la construcción de la fuente que hoy la soporta. La estatua fue esculpida en Escocia por el artista belga August Bleuze. Cuando llegó por barco a Talcahuano fueron necesarios ocho bueyes para transportarla hasta la plaza, y que el lento acarreo duró casi una semana. Pero, ¿por qué se eligió a Ceres y no a otra deidad como Atenea o Poseidón?
Hacia 1850, la ciudad comenzaba a consolidar su economía  y a vivir un período dorado, y ahí  la diosa de los cereales jugó un rol protagónico. Una década antes se habían abierto los mercados de California (que vivía la fiebre del oro) y Australia (en proceso de colonización), escenario que propició que los puertos del Gran Concepción se transformaran en los principales núcleos de exportación del trigo proveniente de las comunas del interior.
Resulta llamativo que Ceres vuelva a su pedestal justo cuando la Región atraviesa un promisorio presente en el agro, que vive el repotenciamiento de Arauco como provincia productora de papa, de Ñuble con el arroz y Bío Bío con la remolacha y los berries. Como dirían los antiguos romanos, es de esperar que sea un buen augurio.

25/3/13

El "Día de la Adopción" y la necesidad de fomentar un cambio cultural

El compromiso del mundo político por la adopción y el niño que está por nacer debe ir mucho más allá que la instauración de un día simbólico. Es necesario seguir avanzando en la promoción de un cambio cultural de la sociedad chilena, a fin de que ésta no condene a la mujer que cede a un hijo en adopción, sino que, por el contrario, la valore, respete y apoye. Ese, a su vez, es el mejor camino para combatir el aborto.

Este miércoles 20 de marzo se dio un importante paso en el reconocimiento de la maternidad, la familia y los derechos del que está por nacer, con la votación en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados, en segundo trámite constitucional, del proyecto de ley que declara el 25 de marzo como el “Día de la adopción y del que está por nacer”.

Resulta significativo que el Legislador haya incorporado en la misma conmemoración la adopción y el derecho del que está por nacer, pues ambos temas están, de hecho, íntimamente relacionados. En efecto, hay una discusión pendiente a nivel país sobre la adopción como un camino eficaz y ético para abordar la problemática de mujeres que sienten que no se encuentran en condiciones de asumir la maternidad. Un  porcentaje alto de ellas corresponde a adolescentes. En Chile, el 15,7 % de los niños nacidos en 2009 fueron hijos de una madre adolescente (Deis, Minsal), y la OMS calcula que en el país, de cada mil, 51 corresponden a niñas entre 15 a 19 años.

Sin perjuicio de la labor desempeñada por algunas fundaciones privadas, la Ley19.620 promulgada en 1999 confiere la responsabilidad de llevar a cabo los procesos de adopción al Servicio Nacional de Menores a través de los Tribunales de Familia. Pero es claro que el Sename necesita más recursos para, por ejemplo, promover campañas comunicacionales que apunten al cambio cultural respecto a la forma de ver la adopción. Difícil si continúan las disminuciones presupuestarias, como la que afectó a la institución entre 2011 y 2012.

El tema no es menor, pues siguen existiendo fuertes prejuicios en torno a la entrega en adopción. Así, por ejemplo, según antecedentes del Sename, muchas cesiones voluntarias se frustran porque en los hospitales, enfermeras cuestionan e incluso insultan a mujeres que han dado o están a punto de dar a luz, una vez que se enteran que se pretenden dar a los niños en adopción.

Existe una velado (o no tan velado) juicio social a las mujeres dispuestas a la cesión voluntaria, transversal a todos los segmentos socioeconómicos. Por ello, en la práctica se da un escenario dramático, bajo un velo de hipocresía: muchas jóvenes (apoyadas por sus padres) prefieren practicarse un aborto antes que someterse al cuestionamiento del entorno. Es decir, se opta por cometer un crimen, discreto, antes que por el camino de la vida y de darle al niño en gestación la posibilidad de nacer, desarrollarse y ser feliz con una familia.

Por lo demás, los niños entregados por cesión son objeto de una tramitación mucho más rápida en Tribunales, y por lo mismo permiten que matrimonios que los han esperado por años puedan recibirlos a los pocos meses de vida, facilitando un apego más temprano. La progenitora que es capaz de tomar la difícil, valiente y dolorosa decisión de entregar en adopción, no puede ser objeto de condena social, sino por el contrario, de respeto, apoyo y valoración.

Es importante promover también que la adopción no tiene nada que ver con caridad, sino con el amor, y que se trata de una vía igualmente válida que la biológica para construir una familia, en particular para las parejas que no pueden concebir. Es decir, fuera del origen diverso, la ley no hace ninguna clase de distingo, y menos aún los padres. Un hijo es un hijo, y no se necesitan otros conceptos complementarios.

Urge abordar este tema como sociedad, pero para ello se precisa el compromiso tanto del Legislativo como del Ejecutivo. Hoy el Sename lidera un proyecto de nueva ley de adopción que busca perfeccionar y completar los vacíos de la anterior. Cabe esperar que esta vez sea tramitado con agilidad en el Parlamento, a diferencia de la ley actual, que demoró seis años en ser promulgada.

Publicado en www.diarioconcepcion.cl el 22/03/2013.




Construir una mejor ciudad


Concepción es una ciudad de ríos, cerros y lagunas, y por ello precisa de  una matriz ambiental que tome en cuenta a los habitantes y a las  características del sitio, y que también promueva la generación de espacios de permanencia para los distintos grupos y barrios. Los artistas, los atletas, los mayores y los más jóvenes tienen derecho a la ciudad, y es función de la autoridad facilitar alternativas para que todos ellos puedan desarrollarse, sin dañar infraestructura urbana. Asoman también algunos desafíos interesantes como la revalorización del cerro Caracol y del Parque Ecuador.

Cada día la ciudadanía toma más conciencia de  la  importancia del patrimonio urbano y arquitectónico de su  comuna, que en una zona tan expuesta a terremotos, se torna un bien escaso que es necesario resguardar. Se  requiere  por lo mismo un liderazgo visible del alcalde y el municipio, a fin de que las nuevas inversiones respeten el entorno y legado patrimonial.

La materialización de una idea de ciudad es resultado de un proyecto urbano claro. Si ello no existe, no es posible proyectar un desarrollo armónico y coherente. En materia urbanística, las municipalidades centran su trabajo principalmente en tres ejes: participación ciudadana (necesaria para validar los proyectos), espacio público y medio ambiente. El  derecho a  la ciudad lo ejercen todos, y, en efecto, son sus  habitantes los que deben dar las luces y orientar cualquier proyecto urbano. Las obras no pueden imponerse ni tampoco hay espacio para ensayar ideas caprichosas con los  recursos siempre limitados con que se cuenta.

Pero no basta mejorar los canales para facilitar el diálogo entre la autoridad y los ciudadanos para avanzar en planificación urbana. También se hace necesario dar continuidad al Plan Regulador Comunal  y materializar las obras que en ese instrumento de planificación territorial  aparecen como urgentes, y que por distintas razones se han ido postergando.

Pero para hacer todas las mejoras que la  ciudad requiere, el Plan Regulador Comunal aparece como instrumento demasiado rígido. De ahí que se haga necesario establecer un instrumento adicional y no normativo, una  carta de navegación que establezca con claridad cómo se concreta y se construye la ciudad que sueñan los penquistas. Y también se requiere reforzar el accountability, es decir, la transparencia para informar  a la ciudadanía de los avances de los proyectos, así como de las razones por la que éstos se retrasan, estancan o quedan en el camino.

Por Francisco Bañados* y Daniel Matus**.
*Periodista y magíster en Humanidades.
**Arquitecto y urbanista.



Foto cortesía de educarchile.cl

8/3/13

La difícil decisión de mantenerse fiel a un caudillo



La muerte de Hugo Chávez ha sido uno de los temas de mayor repercusión esta semana en Latinoamérica y el mundo. Y cómo no, si el que fuera por 14 años Presidente de Venezuela, líder carismático, caudillo populista y orador sin filtro, no dejó a nadie indiferente. En Chile y en nuestra zona lamentan especialmente su deceso algunas figuras políticas que no sólo sentían afinidad política por su personalidad e ideales, sino que también tuvieron oportunidad de conocerlo y compartir con él; entre ellos el senador Alejandro Navarro y el ex alcalde de Lota Jorge Venegas.

No siempre es fácil reconocer -y sobre todo mantener- cercanías con caudillos como Chávez, condenados a un permanente estado de equilibrio precario entre un ideal dialéctico y una ejecución plagada de vicios. ¿Cuándo separar aguas equivale a dar vuelta la espalda? ¿En qué momento criticar y condenar se transforma en una traición a un ideal?

Existen notables ejemplos de personalidades que han mantenido amistad con líderes y apoyado revoluciones, y que han terminado renegando de ellos, rindiéndose ante abrumadoras evidencias de acciones reñidas con sus convicciones. Y también abundan los ejemplos de aquellos que se han mantenido fieles a esa relación, por dogmatismo, lealtad a toda prueba o porque simplemente podría implicar el desmoronamiento de todo en cuanto habían creído.

Durante un largo período del siglo XX, la mayor parte -o al menos la más representativa- de los intelectuales latinoamericanos adscribieron al socialismo y en su momento apoyaron con entusiasmo los postulados de la revolución popular cubana. Sin embargo, este consenso y este diálogo a partir de una visión de mundo común no duró para siempre. Sin duda, el cisma lo marcó el asunto Padilla en 1971, caso que dejó en evidencia el lado opresivo del régimen de Fidel Castro y la falta de libertades en la hasta entonces utópica revolución cubana. Heberto Padilla fue un poeta cubano encarcelado por el Gobierno de La Habana en 1971, después de una lectura poética. Al año siguiente fue liberado y exiliado a los Estados Unidos por la presión internacional, y en especial, por la férrea defensa de muchos intelectuales hasta entonces de izquierda.

Este incidente separó a los intelectuales del continente entre los que seguirían comprometidos con la utopía marxista hasta el final, y los que adoptaron una postura más realista, crítica y, a estas alturas, desencantada. El caso Padilla marcó una ruptura profunda a nivel político, literario y afectivo. A un lado quedaron autores como el mexicano Octavio Paz o el peruano Mario Vargas Llosa; al otro, íconos como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el chileno Pablo Neruda. El muro ideológico  se había levantado y ya no había forma de franquearlo.

A Neruda, en efecto, le tocó vivir un proceso complejo, oscilando entre un desencanto solapado y la absoluta lealtad al PC. Famosa fue la oda del poeta a Stalin, a quien calificó del “gran genio de este siglo”. Demasiado le costó separar aguas, incluso después de que el premier soviético Nikita Khrushchev  denunciara en 1956 el “culto de la personalidad” de su predecesor, revelando millones de crímenes políticos de su gobierno. Sin embargo, más tarde reconoció en sus memorias “que había contribuido en alimentar ese pérfido culto personalista”.

El novelista y diplomático Jorge Edwards cita a la Primavera de Praga (en 1969, en que las tropas soviéticas aplastaron a la ciudadanía checa que clamaba por más libertades) como otro punto de inflexión que marcó un distanciamiento de Neruda con el Kremlin. Y aunque no tuvo la voluntad ni la convicción para denunciarlo públicamente, en su libro Fin de Mundo deja entrever su conflicto interno: “Fue fácil para el adversario/ echar vinagre por la grieta/ y no fue fácil definir/ y fue más fácil callar./ Pido perdón para este ciego/ que veía y que no veía”.

Publicado el 8 de marzo de 2013 en www.diarioconcepcion.cl.