12/1/14

Heiddeger en la Pencópolis: ¿Por qué permanecemos en la provincia?

En 1933, el prestigioso filósofo alemán Martin Heidegger recibió una invitación para hacerse cargo de una cátedra en la Universidad de Berlín, oferta que rechazó porque se negaba a abandonar Friburgo. Para justificar su decisión escribió el artículo “Por qué permanecemos en la provincia”. Allí explica su fuerte arraigo a la tierra, los campesinos, las  estaciones, en definitiva a una forma de vida más simple y profunda, condición que considera imprescindible para la filosofía, y que a su juicio sería imposible encontrar en la metrópolis.

Un académico santiaguino citó hace algunos años este texto para ilustrar el sentimiento que lo embargaba cada vez que era invitado a dictar una clase en Bío Bío. En el mismo mail, confesaba a sus alumnos:  “En la confluencia de naturalezas externas e internas, en el cruce entre geografía y ser humano, es quizás en donde podemos ver con realidad y potencia, aquello misterioso que llamamos vida.Viniendo del tráfago santiaguino, del destiempo y a-tiempo, Concepción se me presenta fértil, vivible, amable, cordial. En fin, un respiro en el torbellino”.

Resultaba grato leer su visión tan idílica del Gran Concepción, aún cuando a los penquistas la imagen de la ciudad nos resulte muy lejana a la de la campiña heideggeriana. Pese a ello, su mirada era asertiva. La naturaleza no nos ha permitido conservar tesoros arquitectónicos, pero eso nos obliga a mantener un vínculo más fuerte con esta tierra tan movediza, con el mar y sus terribles rebeliones, con nuestros ríos, lagunas y bosques. Concepción, sus contrastes, sus luces y sus carencias, son una sola cosa. Y aunque a muchas veces lo olvidemos, éste es un gran lugar para vivir, para respirar, para hacer familia.























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