1/2/13

Los cafés y su aporte a la identidad urbana


El concepto de café como establecimiento o cafetería nació en Medio Oriente. En Persia hacia el siglo XVI existían los qahveh-khaneh, locales donde los hombres se reunían para beber café, fumar, escuchar música, jugar, leer y conversar. De ahí los cafés pasaron a Arabia y luego a Turquía. En 1554 se abrió el primero de estos locales en Constantinopla, y Europa estaba a sólo un paso: en 1615 llegaron a Venecia, 1640 a Viena, 1644 a Marsella y París.

Si bien los cafés se instalaron en todas las grandes ciudades europeas, no cabe duda de que París se transformó en una suerte de capital mundial. Los bistrots sirvieron de centro de reunión y de intercambio de ideas para los intelectuales que contribuirían a una nueva percepción del mundo basada en la razón. Allí se fueron incubando las ideas que desembocarían en la Revolución Francesa y que pondrían fin al Antiguo Régimen. Todo el mundo tenía derecho a voz en los cafés, pues, como decía Balzac, ellos eran “el parlamento del pueblo”. Sentados frente a tres tazas en el café Procope de París, los insurgentes John Paul Jones, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson concibieron el primer boceto de la  Constitución de los Estados Unidos en 1758.

Ya a mediados de siglo XIX, los cafés eran parte indivisible del paisaje y de la identidad y bohemia parisina, tradición  que se mantiene hasta nuestros días. Imposible evocar la ciudad sin pensar en sus locales  fusionándose con las calles y pasajes... las mismas mesas donde Hemingway escribía frenéticamente sus novelas -cuando no era interrumpido por Gertrude Stein o Pablo Picasso-, donde fumaban un cigarro tras otro Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, y donde  Roland Barthes y Jacques Derrida disectaban y deconstruían la abrumadora realidad del siglo XX.

Sin atrevernos a comparar y  guardando las abismales proporciones, no hay duda de que uno de los sectores urbanos más interesantes de nuestro Concepción es el eje Plaza Perú-Tribunales. Parte del encanto del sector lo han aportado los cafés, pequeños restaurantes y locales gastronómicos que se han instalado en los últimos años en la Diagonal Pedro Aguirre Cerda, y que han contribuido a devolverle vitalidad a  este sector nacido de la planificación urbana post terremoto de 1939.

Hace ya algunos años, el municipio autorizó que pudieran sacar sus mesas a la calle, lo que permitió una mayor integración de los parroquianos con la ciudad, en este tramo tan simbólico que sirve de nexo del centro con la Universidad de Concepción. Sin embargo, hoy las mesas en la  acera están en riesgo, por diferencias entre los dueños de locales y la Municipalidad por concepto de pago de patentes correspondientes a uso de veredas. Hasta 2011, los empresarios debían pagar un 2% de UTM por m2 de vereda utilizada, pero una ordenanza cambió el cobro a 20%.  Antes de que se anunciara esta medida, los locatarios pagaron por adelantado los dineros de 2012, y finalmente se estableció que el alza fuera de sólo un 4%, pero el Municipio está pidiendo que se cancele la diferencia impaga de 2012, y podría llegarse a la   revocación de patentes si no pagan antes del 15 de febrero.

Es cierto que el sector ha aumentado su plusvalía, y que la construcción de un paseo peatonal será un nuevo plus, pero la forma en que se cambiaron las reglas del juego, dan cuenta de mucha improvisación y poca planificación, que la actual administración municipal debiera ser capaz de subsanar con un poco de criterio y buen juicio. Porque en definitiva, no sólo los locales y sus clientes perderán en caso que deban desaparecer las mesas en las veredas: el barrio y la ciudad también acusarán el golpe.

Artículo publicado en Diario Concepción
www.diarioconcepcion.cl 1/2/2013

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